Los saqueos también se pueden sobreactuar.

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"La protesta policial que comenzó anoche en Mar del Plata y que repercutió sensiblemente en el sistema de seguridad ciudadano, comenzó a arrojar cerca de la medianoche las consecuencias que se temían desde el momento en que los policías dejaron de patrullar las calles para reclamar mejoras salariales."

Esto están diciendo los diarios de Mar del Plata: como la policía está de huelga, los chorros aprovechan.

O sea que, según los muchachos de la redacción, en realidad vivimos, o deberíamos vivir en un estado policial que solo se sotiene por la presencia de la fuerza física legal constante, sino todo estallaría en cuestion de segundos, porque la policía y los delincuentes no se conocen.

Es más o menos como subir las estadísticas de autos robados auspiciados por los vendedores de alarmas y seguimiento satelital.

Como hacían los griegos con las supuestas atrocidades que cometían los bárbaros o la comisión de propanda Creel a favor de la entrada de EEUU a la primera guerra.

El delito crece en todo Latinoaméria y en el mundo en directa proporción con el desempleo. No hay lugar a dudas.

Otra cantar es hacer negocio con la paranoia.

Tuve una alumna a la que le mataron a su padre en un robo delante de ella y que sin embargo me dijo en voz alta delante de todos que no creía que la solución fuera la mano dura.

Escuché media hora a la madre de Kevin contando como organizó una asociación de vecinos para protegerse de la violencia estatal "Vecinos sin gorra", o como en el caso de Kevin, de una zona liberada para que los narcos solucionaran sus problemas entre ellos. 
Pero en media hora de hablar jamás dijo la palabra venganza. 

Entendí que lo que hace de Hamlet una de las mejores personas que imaginó la mente humana es que, desde el primer acto, tiene completamente claro como termina su propia historia en cuanto levante el cuchillo nuevamente: todos muertos.
Muertos los buenos y muertos los malos sin diferencias claras al estilo Disney.

A mí me parece que a estos señores que dicen esas cosas en los diarios o en la calle, o que los accidentes de trenes se resuelven llamando nuevamente a los militares, lo que no les cierra es la democracia real. 

Y acunados en sus defectos, o en que se dificultó el negocio del te presto 10 mañana me das 15 o en la excusa que sea, fantasean, pregonan y vociferan formas de regreso a la ley del más fuerte.

Como si la violencia fuera manejable. 

Como decía el nano en mi infancia, entre esos tipos y yo hay algo personal.

La violencia siempre es un caballo desbocado, lean historia muchachos. 
Que a las armas las carga el diablo y las descargan los boludos, decía mi abuela Amelia, esposa de comisario. 

Como dijo el gran David Simon, creador de The Wire, "A la humanidad le costó mucho ganarse la libertad, pero no tiene conciencia de que la puede perder completamente en poco tiempo".

Mas o menos como algunos que escuché quejarse de que en poco tiempo tuvimos que ir a votar dos veces.

O de que ahora que en la ciudad hay containers para la basura, el problema es que hay que ir caminando hasta el container. 

Cada tiranía, sea de la fuerza o de la corrupción, se apoya en la complicidad silenciosa de las mayorías. O peor: en la decisión conciente de que otros me arreglen los problemas de mis intereses familiares, egoistas y cercanos. Sea un político, un fuhrer, un rey, un líder o un ídolo o un plazo fijo. 

El totalitarismo jamás se apoyó en el lavado de cerebros o en el desconocimiento de lo que sucedía. Todo lo contrario. 
Y lo dice la querida Hannah Arendt, no yo.

La ley del menor esfuerzo: reina y señora de la historia.

Así que estemos atentos a este diciembre, que los saqueos también se pueden sobreactuar.

Mi hija nació en democracia. Mi hermano no.
No vamos tan mal, no me rompan las pelotas.

PUBLICACION DE MI PROFESOR UNIVERSITARIO.

CHAPEAU!